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En la vida vamos a recibir muchos consejos, opiniones, sugerencias, indicaciones, en fin, nunca faltan aquellos que, de una u otra forma, nos vayan orientando y hasta imponiendo lo que debemos hacer o cómo actuar ante las situaciones que se nos presenten. También encontraremos información valiosa que vale la pena tener en cuenta en diversos medios como los libros y en Internet, muy de moda últimamente.

En la literatura, seguramente encontraremos reseñados numerosos casos de éxito, que nos sirven de inspiración, para emular sus pasos o procedimientos, para utilizarlos como parte de nuestros proyectos, o con cualquier otra finalidad positiva. De igual manera, no hay que descartar los casos de fracasos, también registrados para analizarlos y determinar por qué no cumplieron sus objetivos, ellos aportan datos que bien estudiados, se tornan a favor de lo que nos propongamos.

Entre los registros que podemos echar mano para nutrirnos de buenos consejos están los refranes. No debemos subestimarlos por su sencillez y por provenir del pueblo. Aunque no sean frases de letrados ni de famosos (en su mayoría), no se puede negar la gran sabiduría que contienen, además tienen una manera tan particular de calar muy bien en todas las edades y en cualquier estrato social. No hay distinción ni para quien los escucha, ni para quien los alude.

Consejos en forma de refranes

A continuación, citaremos algunos de estos dichos populares que resultan muy apropiados acogerlos:

• “Algo valen cabezadas oportunamente dadas”: especialmente dedicado a quienes tienen a cargo la crianza de niños. Es recomendable corregirlos desde pequeños y no permitirles actuar indebidamente, para que adopten buenas costumbres y sean íntegros en su proceder a futuro.
• “En boca cerrada no entran moscas”: refrán que hace referencia a la prudencia, lo cual resulta muy conveniente para evitarse problemas por estar hablando de más. Si no estamos seguros de lo que vamos a decir, es mejor callar.
• “Antes de hacer nada, consúltalo con la almohada”: para ser asertivos en nuestras decisiones, lo adecuado es no precipitarse. Hay que tomarse un tiempo para reflexionar, pensar en las alternativas y las consecuencias, después de un sincero análisis con uno mismo, seguramente lo que escojamos será lo mejor.
• “Vísteme despacio, que tengo prisa”: cuando el tiempo esté en contra, apresurarse solo puede complicar las cosas, porque se pueden cometer muchos errores, es por ello que si se mantiene la calma, lo que se deba hacer fluirá de una forma más rápida.

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